sábado, 5 de abril de 2008

Titopu y Conmari

Entrega numero seis:
Sin titulo aun

Dedicado a: Eliza, la nena que tuvo el percance el pasado Floreztaso versión VII, espero estéis bien, un abrazo.

Se vistió y salio. Así comenzó su día, con todo lo complicado pero descuidado que se empieza un día normal. Sin preocupaciones tomos sus prendas de vestir e introdujo su cuerpo en ellas. Éstas hacen parte de él de sus rasgos de su perfil, ya su imagen no es la del solo cuerpo en su espacio, sino, un cuerpo cubierto. El cubrir suele ser un ocultarse de los otros o simplemente despiste o simplemente protección del clima. La ciudad del mismo modo se viste de estructuras que nos ocultan tras ellas, detrás de sus colore grises que muchos transforman con un colorido lenguaje, dejando encima de ese color gris del cemento palabras que expresan lo inexpresable oralmente y solo posible de expresar en la imagen. Por eso la imagen es importante, la imagen de tu cuerpo recreado con tus prendas o tu desnudez.

Era Titopu que se encontraba en un terreno donde alguna vez un Suricato fue a parar en Venezuela buscando su lugar de estadía, dicen que un tanto borracho el hombre se desvió, perdió su rumbo y fue a parar a tal sitio. El lugar donde se encontraba Titopu es donde suelen descansar algunos cuerpos; eso dicen algunas personas. Reposan acostados, pues es una posición más cómoda para el hombre. Es en tal posición donde se suele pensar, es en esa posición y dependiendo donde se este que el interior del hombre se transporta. Acostado, piénsese en la cama, mirando el techo, pero hay muchas clases de techos dependiendo de cada individuo y su situación en el mundo. Hay techos con ventiladores. Otros con huecos, telarañas, decorados, otros simplemente no tienen techo. Acostado se pueden hacer muchas cosas solo tu imaginación lo puede crear y tu ser hacerlas realidad.

En esos lugares, acostados, llenos de formaldehído al 33% en sus cuerpos, suturados, con algodón en su cabeza que fue introducido por la nariz de manera constante y fluida, los ojos pegados con pega loca, algo de maquillaje no importa si es mujer u hombre. Ahí en el llamado campo santo permanecen por lo general una larga temporada de 4 años, tres o cuatro metros bajo tierra, dependiendo el terreno asignado su reposo y el ánimo de quien le toca cavar el hueco. Allí permanecerán, permanecen y espero no permanecer. Allí estaba Titopu con su mirada clavada en el horizonte, ese mismo horizonte no cambiante, mirando el ocaso, la desaparición de la luz por el occidente, el horizonte libre que recrea la planicie de estos lugares que como solían hacer los griegos dejaban el cuerpo de su ser querido, dependiendo su deceso mirando al oriente la salida del astro sol o al occidente mirando como se va la existencia del ser humano entrando en las tinieblas.

En ese instante se acerca un sujeto le pone la mano en el hombro a Titopu y le dice: hombre, estas cosas tienen que pasar, la gente llega a la tierra, camina por ella, pero no sabe y no quiere saber que tiene que dejar de estar. En ese momento Titopu mira al hombre. Hombre que mirando la tumba recién cubierta de tierra amarilla le dirige las palabras y vuelve su mirada hacia si mismo. Hace un barrido con su mirada desde la tierra que más que amarilla es como naranjada, la grama bien cortada, pétalos sobre ella, llega su mirada a los tenis de tela que lleva puestos, sucios que alguna vez fueron blancos, mira su jean negro, una camiseta tipo polo negra, le falta un botón y se entera entonces que lo están confundiendo con uno de los dolientes de quien reposa en ese lugar, cubierto de tierra.

El hombre continúa con su discurso: hombre se ve que usted la quería mucho, pues lo veo embelesado ahí parado sin encontrar ninguna respuesta a lo sucedido. Eso no es ningún problema, pues el mundo esta lleno de preguntas y ninguna respuesta atinada. La mujer que se encuentra ahora debajo de nosotros y estará siempre debajo literalmente porque: ¿Cómo puede ir la gente al cielo con tanta tierra encima? Yo la quería mucho, pase muy buenos momentos con ella. Lo que no eran momentos era levantarme con ella a mi lado; mirarla como dormía tan serena y virginal; escuchar su natural salir y entrar de nuestro mismo aire a su cuerpo que suele pasar desapercibido; recorrer con las yemas de mis cincos dedos de la mano lentamente su rostro, sentir su cuerpo era algo tan inexplicable, conmovedor, apabullante, algo tan sublime que… me entere que la amaba.

Entonces le di un beso, el beso mas sincero y real de toda mi vida, si es que he vivido, le eche una última mirada y la mate. La mate porque la amaba, tan simple como eso.

Si es usted o era usted el novio de ella, no le pido disculpas pues no soy culpable de no saber amar. El hombre retira el brazo del hombro de Titopu, lo mira, se miran encuentran sus miradas, ojos abiertos, fijos. El hombre se va.

Titopu sorprendido mira la tumba acompañada de algunas flores de colores. En esas llega Conmari que le dice: Parcero, no vamos a poder seguir lanzando el disco aquí, parece que algunas personas no les gusto. Pero, que chimba ver el disco como pasaba por encima de todas la tumbas libre como la libertad que han encontrado quienes ya no existen aquí, libertad que no alcanzara jamás un ser corpóreo animado, llamado ser humano.

Ah! Pero el Cela me dijo que si queríamos, cayéramos en la noche.

"Donde enterrar lo que ha muerto, cuando se va el sentimiento"
Pastelarium, álbum: Toda la puta vida igual, La Polla Records

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ke mas cami hace rato no me metia a leer lo ke esribes...te amndo un saludo

Airesito dijo...

eee que chimba....
hey parce pongan un enlace como con todos los escritos de ese man...muy chimbita
suerte