miércoles, 13 de abril de 2011

El N.N. (ing. Non nominated).


Un día despertó y se dio cuenta de que ya no contaba con sus magníficas alas, miró a su alrededor y vio que se encontraba solo, desnudo y desprotegido. Cogió los restos de sus alas que aún se encontraban tiradas en el suelo, se cubrió, busco un lugar en donde sentarse e intentó recordar que le había sucedido, pero fue inútil porque ahora ni siquiera recordaba su nombre. Había caído desde lo alto, pero se temía que no había sido algo accidental, se temía que alguien lo había empujado. Aburrido de estar allí y con algo de hambre, decidió caminar hacia ningún lugar mientras la brisa acariciaba su cuerpo y suaves gotas caían sobre su desnudez. Apenas si avanzó algunos pasos cuando se topó con un disco que tenía unas inscripciones en su reverso: “Nadie me dio alas pero aprendió a volar”. Esto empeoró aun más las cosas porque él sabía que podía volar, o al menos eso creía, estaba seguro de que podía volar gracias a sus alas. Este artefacto le resultaba bastante familiar pero tampoco lograba identificar su origen.

Pese a lo anterior, decidió seguir caminando y recoger más pistas que le permitieran llegar a alguna deducción o conjetura lógica. Después de andar por calles totalmente vacías se encontró con un puesto artesanal de comida costeña y la señora que atendía le regaló un extraño alimento al cual ella llamaba carimañola, su sabor agrio pero de una textura increíblemente suave le trajo algunas imágenes a la mente que le hicieron dar la espalda y dirigirse a una cancha de arenilla que se encontraba allí. Aturdido por las imágenes difusas se metió a la cancha que se encontraba llena de niños alaracosos jugando un partido de fútbol, pero lo único que consiguió fue que le pegaran un tremendo balonazo en la cabeza, tendiéndolo nuevamente en el suelo y derribando el manjar que le habían regalado. Una vez volvió en sí, salió de la cancha de arenilla y se dirigió hacia el metro, siguió el viaducto hasta llegar al estadio y allí deambulo por todos lados hasta que encontró a un grupo de personas que lanzaban un artefacto idéntico al que había encontrado, no obstante, eso lo lleno de temor y decidió huir, temía que hubiera sido esa gente quien lo había lastimado y a pesar de que se sentía en la necesidad de averiguar con aquellas personas sobre el asunto, prefirió continuar con su búsqueda solitariamente. Lo único malo de este asunto, era que no sabía a donde llegar, no tenía un rumbo, sólo sabía que quería encontrar respuestas. Al verse tan desubicado decidió regresar, pero ya no encontró a nadie. Sin saber por qué y como por inercia continuo caminando, pero esta vez siguió una ruta que parecía haber memorizado en algún momento de su vida, llegando de este modo a un pequeño parque rodeado de edificios, en el lugar había demasiada gente pero nadie parecía reconocerle, tampoco le había visto nadie cuando estuvo en el estadio, por lo que se temió que estuviera muerto.

En medio de su marcha, se topó con un individuo algo gordo que reía sin cesar y que sostenía un enorme porro con sus manos, él se encontraba con otras personas en la misma dinámica, quienes además ingerían cantidades alarmantes de licor. Con sus dedos aun temblorosos por el miedo, la fatiga y el frio, decidió llamar a este particular individuo oprimiéndole la espalda con su dedo índice, si, con ese orden repetitivo de tres punzones que más de una persona detesta. Lo cierto fue que el sujeto ni se inmutó, lo que le confirmó su invisibilidad. Ahora surgía una nueva pregunta: ¿por qué aquella señora de origen tropical había logrado verlo?, ¿ si estaba muerto como era posible que aun sintiera miedo y curiosidad?, se pellizco para ver si sentía dolor, pero se dio cuenta de que su dolor no era físico, aun así, la experiencia de tener sentimientos y emociones le hacían creer que continuaba con vida, lo que no entendía era su invisibilidad y el porqué de la inmunidad al dolor físico, pues durante todo el tiempo no se había sentido magullado, ni con la caída libre, ni con el balonazo y mucho menos con el pellizco que él mismo se auto infligió.

Todas estas situaciones lo tenían altamente abrumado, confundido y aterrorizado, por eso no quiso seguir caminando y esa noche durmió allí, afuera de un kiosco llamado Papi Tienda, en parte porque en él había un letrero de águila que asociaba erróneamente con su antigua capacidad de volar, en realidad sólo hizo una sublimación de su confusión por medio de una asociación simbólica a través de un logotipo. Durante su letargo, soñó que él era un espíritu que podía ser visto por todo el mundo, que era supervalorado por todos, pero aun así no era bien comprendido o todo el mundo lo miraba con ojos diferentes. Sobresaltado, despertó y comenzó a recordar: efectivamente se trataba de un espíritu, de un espíritu que iba más allá del espíritu de juego, éste incluía el respeto, la consciencia, el honor deportivo, la competitividad y la justicia. Pero aun sabiendo esto, estaba el enigma de su invisibilidad, ¿Por qué no podía ser visto si antes todos lo veían así fuera de manera diferente?. La respuesta era simple: cuando se amaña todo al antojo de unos pocos (lucros descarados e insustentados –culaquier parecido con ciertas personas afro descendientes de apellido extranjero…-), cuando se olvida que se está en un contexto deportivo y se ingieren drogas recreativas (incluido alcohol y cigarrillo) antes de un entrenamiento o partido e incluso dentro de las mismas canchas o escenarios deportivos, cuando se vive en pro de la gloria, cuando se subvalora al otro en su condición de ser humano y deportista, cuando hay desconfianza, perjuicios, idolatrías, cegueras, favoritismos infundados, cuando se le niega la posibilidad a algún compañero de surgir por no ser una estrellita (negándole la oportunidad de que alguna vez lo sea), cuando no se reconocen los errores, cuando no se dan unas disculpas así sean merecidas, cuando no se hace nada por mejorar, cuando se entrena con displicencia, cuando hay inequidad, cuando no hay un sistema definido y como consecuencia de ello tampoco un criterio real de cambios, entre muchos aspectos que cada uno debe saber bien, es ahí donde desaparece ese gran espíritu que abarca tantas cosas, cuya invisibilización puede ser letal para uno, para varios o para el deporte en general.

Después de llegar a esta conclusión, el espíritu NN se fue no tan en paz, decidido a regresar cuando las personas se dieran cuenta de su importancia, sabiendo que solo viviría mientras alguien lo recordara.

Posdata: no era Fredy Cruguer bueno