Bonus track Titopu y Conmari: Bailare sobre tu tumba

Para Juan y sus perritos

Después de no aguantar el rechazo por parte de esta perra, el chivo comienza o sigue vagabundeando y se encuentra con otro personaje un tanto más melancólico que él mismo y esta por ahí bebiendo como caballo asoleado y en busca de féminas. Éste comienza hablarle al chivo como a otro de su género y le brinda cerveza que le hecha en la coquita donde le daban las crispetas. El chivo recibe y la bebe sin escatimar, el chivo parece que lo escucha, el mansito este no solo cree que lo escucha sino también que lo entiende. El chivo con sus sentidos animales un tanto alterados comienza a correr de un lado a otro y comienza a darse golpes contra un árbol que se encuentra en el lugar. El joven melancólico se ríe, y en su estado de embriaguez algo deplorable comienza a darse golpes con el chivo, toman impulso y se dan en la cabeza. Acto seguido el joven queda tendido en el piso, el chivo normal pues uno de sus hábitos animales. Se para el joven y se dirige hacia su casa, el chivo se va detrás de él, veinte minutos de tambalearse, arrastrarse, vomitar, mear, caminar y llegar a su casa. El chivo llega con el joven y este ni cuenta se a dado, abre la puerta de su casa y nos perritos que salen ladrando con un tono agudo, desesperante y seguido, continuo, lineal y no paran de hacerlo, continúan y salen de la casa; el joven dice en voz baja: “siento pena ajena”. El chivo enfurece y enviste a un perrito caniche en castellano o el reconocido poodle o french poodle en ingles, que manda contra el muro y muere antes de caer al piso, sufre un paro cardio respiratorio y sus órganos internos destruidos. Cuando cae: sangre por su oreja izquierda blanca que baja por su feo rostro. El segundo trata de ir para dentro a protegerse después de ver lo sucedido, pero no señor, el chivo que lo agarra con su hocico, lo manda pa’ la calle, lo patea, le salta encima, mientras disfruta con el llanto de tan despreciable animalito. “malditos poodles como los odio” dice el interior del chivo. Mientras todo esto ocurría el tipo disfrutaba de esta carnicería, estaba alegre, una risa en su rostro (los borracho suelen expresar cosas verdaderas en tal estado de animo) en este caso igualmente él los despreciaba. Y cuando se entera que ya no eran más animales animados, cuando sale de su letargo, recuerda y dice: ¿Hay jueputa y ahora que va decir mi mamá? ¿Qué va hacer mi madre sin estos dos perros?

El chivo se fue después de tan buena terapia de duelo amoroso, dejando atrás sangre, caniches muertos y al hombre melancólico, angustiado y preocupado.

Moraleja: cuida tus feos caniches o poodles siempre habrá quien quiera matarlos

PD: En esta historia no murió, ni fue sacrificado ningún perro, todas las escenas son montajes bien realizados gracias a la tecnología. Claro esta que la pulsión de matar uno o más caniches estuvo y estará.