jueves, 30 de octubre de 2008

Cuento para niños

La ruta del bus suele ser siempre la misma, no varía, no se desvía, hasta ese día que tomo un atajo, un supuesto corte y adelanto a un trancón. Volteo a la derecha en el semáforo, luego viro a la izquierda por un callejón hacia arriba, otro semáforo, gira a la izquierda de nuevo, un resalto, voltea de nuevo a la derecha, dos resaltos casi consecutivos subiendo, un quiebre corto y rápido a la derecha e inmediatamente izquierda un trayecto un tanto largo, izquierda, semáforo, derecha y de nuevo en la ruta acostumbrada de éste transporte público en particular. Al otro día no paso lo mismo, se siguió en la ruta. El segundo día después de tomar el atajo todo continuo igual, el mismo conductor, en el mismo carruaje siguió la ruta. El tercer día pasó lo que paso. El taxi pasaba por ahí; no solo, ¡por supuesto! con su conductor que conducía en segunda velocidad su pequeño automóvil, muy despacio sin acelerar, mirando hacia la derecha como un disco blanco volaba, por los aires de esa cancha de arena, y veía una especie de sombra que aparecía tras su oreja, pero ¿cómo veía su oreja? De igual modo que no veía esa sombra que ya no lo molestaba. Se detuvo y paso un rato mirando como lanzaban las personas dentro en la cancha. El disco se confundía con la malla naranja como este día y entonces el sujeto conductor del automóvil estacionado detrás de la portería de fútbol encendió su modo de supervivencia y mantenimiento y se fue, no se vio más por la loma corta pero empinada que él tenía al frente. Los personajes jugaban, entrenaban como algunos lo llaman, reían, se quejaban, pasaban el rato. Luego se fueron y quedaron tres de ellos después del entreno, lanzando y lanzando y lanzando y lanzando y lanzando y lanzando y lanzaban muy tranquilos. Y aparece de nuevo el taxi con su manejador o conductor o chófer, lentamente sin nadie en el puesto de delante, por el retrovisor no veía a nadie en su banca de atrás, donde se pueden sentar tres personas incómodamente. Baja por la corta y empinada colina lentamente, llega a la parte plana y siente de nuevo o cree presenciar algo, voltea la cabeza un poco y mueve más sus ojos hacia el lado derecho por encima del hombro, la cabeza no quiere ver, sus ojos desean mirar, y ve algo blanco, algo como, como. –el disco con el que están lanzando esos muchachos; dice. Voltea de inmediato y presencia como ese disco blanco va en dirección de uno de los que lanzaba que ahora recibe, va por encima de su cabeza, de ese personaje receptor, levanta la manos a recibir y el disco corta sus manos desde la muñeca, caen al suelo, los dedos se mueven sus brazos brotan sangre de una manera incontrolable, se chorrea y grita, es una fuente humana de sangre, los otros dos personajes que lanzaban con el quedan pasmados mirándole, él cae en sus rodillas y grita. El disco sigue en el aire es un ente con fuerza propia, ahora se dirige a un segundo personaje, lanzador de frisbee nocturno, el no se entera que el disco ha dado la vuelta y va detrás de él, el sujeto que se desangra levanta su rostro ensangrentado y con ojos perdidos y pidiendo ayuda ve como el disco corta la cabeza del segundo lanzador. Esta no cae inmediatamente, el disco ha hecho un buen corte, rápido y conciso. El ahora decapitado mueve sus ojos para todos los lados y luego está mirando la luna y unas estrellas que están cerca de ella, bajando un poco más los ojos, su cuerpo se mantiene de pie, cubriéndose de un liquido común para todo los humanos y que solo recordamos su matiz en circunstancias particulares como esta. El cuerpo sin cabeza cae en la arena, el disco no y va en busca del tercero, el tercero se da por enterado y corre en busca de la salida, el disco rompe el viento frío y va en busca de él, tercer lanzador. Le corta los pies desde el tobillo, el sujeto del susto sigue corriendo, llevaba una tirita atada en el pie izquierdo que queda atrás de él en el pie, dice: lanza, vuela y atrapa, no te dejes caer. Y eso último intentaba hacer, no dejarse caer, escapar. El disco retorna y hace dos cortes en cada pierna, un dedo arriba de las rodillas. El tipo ahora se sostiene con el musculo recto anterior, los cuádriceps y el vasto interno y corre aun dejando rastros de su recorrido, con manchas rojas desparramadas en la arena. Hay sangre en la arena, mucha por cierto, lamentos de dolor, y cuerpos mutilados no por la guerra, si por un disco blanco que ve como se aleja el otro medio cuerpo del tercer lanzador de él, disco. El taxista no lo puede creer, no cree lo que ha visto, estupefacto y sin nada más que su cuerpo en donde refugiarse, escucha una voz que le dice: “estoy en busca de mi espíritu de juego, podía decirme dónde encontrarlo”. Mira por el retrovisor y no ve a nadie y nada, siente de nuevo la sensación como que algo lo mira por el lado del hombro derecho, mira y ahí en la banca de atrás un frisbee, que antes había visto blanco, ahora esta bañado de sangre.





8 comentarios:

Anónimo dijo...

creo que quien se desangraba era diego.

Anónimo dijo...

muy bueno!!!

Anónimo dijo...

NO EL DE LA CABEZA ERA DIEGO

estas mejorando camilo

Anónimo dijo...

Creo que los tres eran Diego

Diego-Diego
Diego-Checho
Diego-Richi

diparra27 dijo...

pecue muy bueno!
pero que hijuemadre impulso me toco cojer pa empezar a leer... que pasó con el dejar renglón de vez en cuando!
El taxista era diego...

Anónimo dijo...

jajaja. espero que el de la muerte mas desagradable haya sido diego-checho

yeso dijo...

en busca del espiritu

Dura busqueda

Muy bueno

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